A un año de aprobada
la Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación, algunos sienten que la voluntad
política para ponerla a andar se quedó corta. Colciencias considera que marcha
como se planeó, pero falta presión social para aprovecharla mejor.
Hace nueve años,
Brasil se impuso el reto de que la ciencia, la tecnología y la innovación
fueran prioridad para el desarrollo del país. Según el científico Charbel Niño
El–Hani, de la Universidad de Bahía y quien participó en el Simposio Darwin
organizado por la UN, en la última década hubo, en efecto, un crecimiento nunca
visto en todo el siglo pasado.
En Colombia, con la
Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación (CT+I), la sociedad espera dar un salto
igual de vertiginoso. Sin embargo, a un año de haberse puesto en marcha,
sectores académicos tienen reservas frente al avance e impacto que ha tenido,
mientras en Colciencias se afirma que va por el sendero que se planeó.
El caso de Brasil es
ejemplar; las metas propuestas hacia el 2000 son hoy hechos concretos. Este
país de América Latina es el que invierte el porcentaje más alto de su Producto
Interno Bruto (PIB) para el avance de la CT+I, al punto que solo entre 2007 y 2010
destinó 22.700 millones de dólares, llegando casi al 1,5% del PIB.
El–Hani explica que la
situación para los científicos mejoró muchísimo: hay más investigación, se
expandieron las universidades públicas –que ahora pueden patrocinar más
estudiantes– y se aumentó el número de científicos de dedicación exclusiva, así
como de profesores.
En el 2009, el
Gobierno colombiano aseguró que para este año la inversión en CT+I llegaría al
1% del PIB. Rafael Molina, vicerrector de Investigación de la Universidad
Nacional de Colombia, asegura que la meta no se ha cumplido y ni siquiera se ha
superado el 0,4% tradicional.
“Cuando se estructuró
la ley, el sistema nacional de CT+I trajo cerca de 30 representantes
internacionales para que mostraran las experiencias sobre cómo en sus países le
apostaron al desarrollo científico–tecnológico. El punto común fue el interés
del Estado, con una mirada a corto, mediano y largo plazo, y con una apuesta
política seria de invertir el 1%, el 2% y hasta el 3% del PIB. Aquí no veo que
haya una apuesta”, dice Molina.
Gabriel Cadena, rector
de la Universidad Autónoma de Manizales y miembro del comité asesor de
Colciencias, dice que, aunque falta mucho por llegar al 1%, lo importante es
que la nueva ley trazó la ruta.
“La Ley 1286 de 2009
es un hito que está ayudando a cambiar el sistema de CT+I en Colombia. Hay
apuestas reales como el Fondo Francisco José de Caldas, con un presupuesto de
100 mil millones de pesos para respaldar a los grupos científicos. Además, el
programa de Generación del Bicentenario ofrece más oportunidades a los recién
egresados de las universidades para que hagan investigación”, detalla Cadena.
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