jueves, 23 de mayo de 2013

Tecnología y derecho


A un año de aprobada la Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación, algunos sienten que la voluntad política para ponerla a andar se quedó corta. Colciencias considera que marcha como se planeó, pero falta presión social para aprovecharla mejor.
Hace nueve años, Brasil se impuso el reto de que la ciencia, la tecnología y la innovación fueran prioridad para el desarrollo del país. Según el científico Charbel Niño El–Hani, de la Universidad de Bahía y quien participó en el Simposio Darwin organizado por la UN, en la última década hubo, en efecto, un crecimiento nunca visto en todo el siglo pasado.

En Colombia, con la Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación (CT+I), la sociedad espera dar un salto igual de vertiginoso. Sin embargo, a un año de haberse puesto en marcha, sectores académicos tienen reservas frente al avance e impacto que ha tenido, mientras en Colciencias se afirma que va por el sendero que se planeó.

El caso de Brasil es ejemplar; las metas propuestas hacia el 2000 son hoy hechos concretos. Este país de América Latina es el que invierte el porcentaje más alto de su Producto Interno Bruto (PIB) para el avance de la CT+I, al punto que solo entre 2007 y 2010 destinó 22.700 millones de dólares, llegando casi al 1,5% del PIB.

El–Hani explica que la situación para los científicos mejoró muchísimo: hay más investigación, se expandieron las universidades públicas –que ahora pueden patrocinar más estudiantes– y se aumentó el número de científicos de dedicación exclusiva, así como de profesores.
En el 2009, el Gobierno colombiano aseguró que para este año la inversión en CT+I llegaría al 1% del PIB. Rafael Molina, vicerrector de Investigación de la Universidad Nacional de Colombia, asegura que la meta no se ha cumplido y ni siquiera se ha superado el 0,4% tradicional.

“Cuando se estructuró la ley, el sistema nacional de CT+I trajo cerca de 30 representantes internacionales para que mostraran las experiencias sobre cómo en sus países le apostaron al desarrollo científico–tecnológico. El punto común fue el interés del Estado, con una mirada a corto, mediano y largo plazo, y con una apuesta política seria de invertir el 1%, el 2% y hasta el 3% del PIB. Aquí no veo que haya una apuesta”, dice Molina.

Gabriel Cadena, rector de la Universidad Autónoma de Manizales y miembro del comité asesor de Colciencias, dice que, aunque falta mucho por llegar al 1%, lo importante es que la nueva ley trazó la ruta.

“La Ley 1286 de 2009 es un hito que está ayudando a cambiar el sistema de CT+I en Colombia. Hay apuestas reales como el Fondo Francisco José de Caldas, con un presupuesto de 100 mil millones de pesos para respaldar a los grupos científicos. Además, el programa de Generación del Bicentenario ofrece más oportunidades a los recién egresados de las universidades para que hagan investigación”, detalla Cadena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario