Recogemos cinco
ejemplos de tecnologías fracasadas que parecían revolucionarias en el momento
en que salieron. Pero que al final, acabaron bastante peor de lo que se
esperaba de ellas, normalmente con expectativas muy altas... y muy alejadas de
lo que supuso la realidad.
Aunque los amantes de
la tecnología vivimos una época fantástica, llena de novedades interesantes
prácticamente en cada semana, no es oro todo lo que reluce. Hace unos años
también se presentaban e implementaban tecnologías y servicios nuevos que
prometían mucho más que lo que acabaron siendo: tecnologías fracasadas. Hoy
repasamos cinco de ellas, aunque desde luego podrían ser varias más.
Códigos QR
Las famosas matrices
de puntos son un buen ejemplo de tecnología muy fácil de aplicar pero de escasa
utilidad. ¿Qué es lo que acaba provocando algo así? Que quienes están más
alejados de la tecnología de consumo, y de hacia dónde se están moviendo los usuarios,
la implementen en cualquier lugar, sin pararse a pensar en si es algo
verdaderamente práctico. Así, ayuntamientos y todo tipo de empresas han ido
incluyendo códigos QR en carteles y folletos publicitarios invitando al
ciudadano a que explore algo más desde su smartphone.
¿En qué falla esto? A
veces, ni siquiera se explica qué ocurrirá si utilizamos el código QR,
simplemente se estampa en una esquina y se espera a que el lector tenga las
ganas, el tiempo y la curiosidad de utilizarla. Otras veces, no se da un valor
añadido. Por ejemplo, enlazando el código QR a la imagen de un cartel... en el
propio cartel.
Hay ocasiones en las
que sí tiene algo más de sentido usar códigos QR: descarga de aplicaciones sin
necesidad de hacer la búsqueda en la tienda, por ejemplo. Pero esta
característica llegó al resto del mundo cuando en Japón ya estaba obsoleta,
salvo para usos determinados. Nunca ha alcanzado, ni de lejos, las expectativas
que levantó con su llegada a los smartphones. Si alguien todavía tiene ganas de
usarlo, en Microsiervos explican qué hacer en ese caso.
MMS
Los SMS fueron uno de
los inventos del siglo para muchos usuarios, pero sobre todo, para las
operadoras. Durante muchos años, les supusieron una fuente de ingresos más
rentable de lo que podían soñar, y cobraban cada SMS con un margen de beneficio
mucho mayor que cualquier otro servicio que ofrecieran. Cuando a principios de
la década pasada llegaron los MMS, las operadoras se frotaban las manos: a la
llegada de los primeros celulares con cámara incorporada, se unía la
posibilidad de enviarlas de forma instantánea gracias a ellos.
El lucrativo negocio
que vislumbraban se hacía más grande al pensar en posibilidades como las de
enviar archivos de audio (los tonos polifónicos del momento, sobre todo), o incluso
vídeos. No les tembló el pulso para cobrar cada MMS por seis veces el costo de
un SMS. ¿Qué ocurrió luego? Llegaron los infrarrojos, el Bluetooth, y un poco
más adelante, los smartphones con conexión a internet permanente y las
aplicaciones de mensajería instantánea. Ellos supusieron, felizmente, la tumba
definitiva del MMS, una de las mayores tecnologías fracasadas de la historia
reciente.
Wimax
WiMAX era la
tecnología de comunicación inalámbrica de largo alcance, que venía a ser una
suerte de conexión Wi-Fi con alcance de hasta 60 kilómetros. Los problemas de
conectividad llegaron temprano... para no irse jamás. Principalmente, porque
utilizaba altas frecuencias para poder llegar más lejos. Pero las altas
frecuencias tienen un problema: la dificultad para penetrar edificios y
construcciones, es decir, la buena recepción en interiores.
Las quejas por el
servicio fueron numerosas de principio a fin. Un mal planteamiento inicial que
les llevó a no pasar de los 2 kilómetros de alcance, y con latencia de hasta 1
segundo, imposibilitando utilizar WiMAX para llamadas VoIP, por ejemplo. Muy
pocos no se resistieron a catalogar a WiMAX de 'desastre', y nunca consiguió
despegar. Un ejemplo concreto es el de Nokia. En 2006, se animó a comercializar
teléfonos WiMAX. Tardó menos de tres años en llegar al extremo opuesto:
criticarlo duramente, llegando incluso a decir que WiMAX es como el Betamax del
Wireless. Y engrosó la lista de tecnologías fracasadas, nunca más se supo de
él.
Cámaras 3D
En 2010, algunas
filtraciones apuntaban a lo que era realmente innovador: Sharp llevaba las
cámaras 3D a los smartphones. Pero lo innovador no siempre acaba siendo un
acierto, y varios fabricantes que abrazaron esta tecnología pueden dar fe de
ello. De hecho, la moda de montarlas en smartphones no tuvo demasiado
recorrido. El HTC Evo 3D fue uno de los más famosos dispositivos en incorporar
una cámara (dos, mejor dicho) 3D. También el LG Optimus 3D.
Hoy, nadie instala
cámaras 3D en sus smartphones. Fue una tecnología que pasó con mucha más pena
que gloria, y que rápidamente desapareció. Ni Sony, ni Nokia, ni HTC, ni
Samsung, ni... Nadie apuesta por ellas ahora mismo. Quizás más adelante
(quizás, insisto), pero desde luego los últimos tres años no han sido el
momento para implementarlo con éxito. Más que tecnologías fracasadas, aquí
hablamos de algo que se fue tan rápido como vino.
Desbloqueo facial
Una de las
características estrella de Android 4.0 Ice Cream Sandwich era la del
desbloqueo facial. Apuntando con la cámara hacia nuestra cara, el sistema
detectaba nuestro patrón y se desbloqueaba. Muy cómodo, decían. La realidad fue
otra: se tardaba bastante más que en deslizar el dedo o introducir el patrón de
desbloqueo, gastaba más batería, y por las noches, sencillamente, no
funcionaba. Además, el sistema quedó en ridículo cuando se demostró que podía
ser burlado con Paint y lo llevó directamente al listado de tecnologías
fracasadas.
Como suele ocurrir, la
rumorología apuntó a que Apple también acabaría implementando esta
característica en sus dispositivos iOS. Y lo cierto es que eso es algo que no
hemos visto, y que seguramente tampoco veremos.
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