¿A cuantos de nosotros nos gustaría trabajar
desde la comodidad de nuestro hogar? Nada de largas horas en trancones, no te
tienes que aguantar al jefe que esté encima de vos todo el día; mucho menos
compañeros fastidiosos que hacen que el día parezca una eternidad.
Dicha modalidad laboral hizo carrera en el
mundo desde la década de los setenta, cuando el físico Jack Nilles, en plena
crisis del petróleo, propuso una máxima que se convirtió en tendencia con el
desarrollo de las telecomunicaciones e internet: "llevar el trabajo al
trabajador y no el trabajador al trabajo".
En esta forma de ganarse la vida, optimizar
recursos y alcanzar mayores niveles de productividad, llevan la delantera en el
mundo los países escandinavos, nada más en Finlandia 17 por ciento de la fuerza
laboral “teletrabaja”; también Estados Unidos tiene un alto crecimiento y ya se
contabilizan más de 30 millones de personas que devengan bajo esa figura.
En América Latina los precursores son Uruguay,
Argentina y más recientemente, Costa Rica y Brasil.
En Colombia el teletrabajo ha ganado espacio
en la última década y la expedición de la Ley 1221 de 2008 lo reconoció como
una modalidad laboral, regulada con el fin de convertirse en una opción de
empleo y autoempleo para poblaciones vulnerables como madres cabezas de hogar,
discapacitados, personas en reclusión, entre otros.
El año pasado en la celebración del Día Internacional del
Trabajo, el presidente Juan Manuel Santos firmó el decreto que reglamenta esta
ley y hace precisiones sobre las relaciones de dependencia de los
teletrabajadores con su empleador, para que se convierta en otra forma de
generación de empleo, tanto en el sector público como en el privado.
"Hay avances importantes como reconocer
los derechos laborales de quienes teletrabajan (seguridad social,
prestaciones), se aplican disposiciones sobre la jornada laboral, pues hasta
ahora muchos están precarizados y se presta para abusos como sobrecarga de
trabajo por parte del empleador, además promueve el teletrabajo tanto en el
sector público como privado", explica Andrés Felipe Sánchez Duque, abogado
laboralista de la Escuela Nacional Sindical.
Claro que el Teletrabajo no es para todo el
mundo; va más allá de la errónea idea de trabajar desde la casa en piyama y se
debe reconocer cuáles son las cualidades que debe tener un empleado para
laborar sin requerirse su presencia física en la empresa. Se requiere disciplina y saber planear cómo
cumplir con los objetivos encomendados, sin tener a un jefe encima.
Hay que tener mucha autorregulación en cuanto
a las horas de dedicación al trabajo, no se puede convertir en otra forma de
esclavitud laboral y no olvidar otros espacios familiares y sociales muy
necesarios.
Para eso es importante que la gente comprenda
que por estar uno en la casa no quiere decir que no está trabajando.
Ahora el reto mayor es para el Gobierno para
que, teniendo unas reglas claras de juego en teletrabajo, gane más capacidad de
inspección y vigilancia y se evite que esta opción laboral se convierta en otra
forma explotación, al tiempo que se gane más formalización de los
teletrabajadores actuales.
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